viernes, 13 de agosto de 2010

Imagenes

RUBEN PENSA(Argentina)



MARIA CRISTINA PINHO-FOTOGRAFIA(Brasil)
JULIO BASLE-INTERVENCION GRAFICA(Argentina) 
"O ULTIMO ADÃO EM SÃO PAULO"



MARCELO PADILLA(Argentina)










El penúltimo Adán
Marcelo Padilla
Hace veinte años que el vagabundo recorre la zona. Conoce como la palma de su mano cada accidente, cada arbusto y cada bicho raro, pero sobre todo acopia mitos y leyendas del desierto en el monte. Cansado de su rutina, ha decidido ir tras la comprobación del último rumor: la existencia de los hombres-secos en pleno delirio tras el estiaje. Desde su cuaderno de notas, narra su experiencia. Especie de antropólogo sin norte claro, el vagabundo perdió por abandono y suelta marras entre los bosques de chañares. Allí ha montado su comarca solitaria. No tiene que sortear necesidades porque ya no las tiene, las ha erradicado de su vida y, pasar frío, soportar el sol de enero en medio del monte o pasar hambre, no son problemas para él”.
1-
Por las dudas, por esas putas casualidades, me fui a buscar a los hombres-secos a la una de la mañana, en la noche oronda, atravesando la fresca, sorteando cactus y chañares. Aquí, en el más recóndito de los cenagales que forman los ríos en el monte, las sensaciones son inexplicablemente únicas. Una botella de agua congelada que me alcanzó un vecino amable, no bien caía la tarde, bastó para pasar la charla.
El hombre-seco que crucé en la oscuridad estaba perdido en el despoblado. Al igual que la de las lagartijas, la resistencia de los hombres-secos a la sequía es, obviamente, adaptativa. Tal como sucede con un marqués y un mendigo: ellos no se cuestionan su condición, ni siquiera por el contraste. Es “natural”, no existe la noción de conflicto ni de cambio. Adaptación pura. Darwin para las especies, Spencer para las sociedades humanas.
-¿Qué hacés aquí, a esta hora y solo?, preguntó “el seco”
-Lo mismo que vos, intentando resistir la sequía, escondido entre las flores salvajes, en la oscuridad de la noche, sin saber si mañana el agua, si es que llega, nos llevará por el río hacia algún lado, hacia un lugar desconocido. Bueno… si es que llega el agua.
- Pero vos corrés con ventaja. Tenés una botella de agua congelada.
-Sí, vine preparado, pero mis reservas son escasas.
-Recemos entonces, sorprendió el seco.
-¿Cómo?
-Recemos para que llueva, para que se venga el cielo encima y nos ahogue.
-Un suicidio ejemplar, estimado, le dije echándome un groso trago de agua helada en la garganta. -¿Querés un poco?
-No, yo sólo espero la lluvia. Soy un hombre-seco, acordate. Y no se trata de un suicidio. Los hombres-secos, cuando llueve, nos metamorfoseamos y florece nuestra reptilidad acuática. Con esa agua, podemos tirar años sin líquido.
Luego de la respuesta, pensé que no convenía quedarme a rezar con el seco. Su propuesta, exenta de racionalidad, no terminó de convencerme, así es que de golpe despedí al seco, quien no entendió siquiera que olvidara mi botella de agua congelada.
2-
Seguí la huella. Recorrí un acceso con muchas piedras gigantes y amorfas, de ésas que las lluvias de verano nunca pueden rolar. Me había alejado unos 40 metros del seco, pero por el tiempo que demoré, parecían 346 kilómetros. Aquí, las heridas de los ríos que forman las tormentas son venas abiertas para el agua infrecuente. Imprecisas, inhóspitas, pedregosas y traicioneras para cualquier curioso o experto en mapas nocturnos.
A pesar de ello, aquí suelen venir los exploradores. Son tipos que realizan acciones extremas y, desnudos, recorren lo que ellos llaman “el mapa nocturno del monte”. Son investigadores que manejan otra agenda académica. Tal vez son los últimos positivistas, ésos que contra la marea posmoderna invencible, formaron una secta mítica, fuertemente cohesionada y aparentemente infranqueable. Son hombres que, contra el espíritu fundacional de la razón burguesa, llegan al extremo –la obstinación está en su sangre- por reacción y temor a la hegemonía deconstructivista. Sarmientinos del proyecto empirista inglés. Frente a ellos, la masa, las tribus controladas por ecos mediáticos de mil voces aparentemente diversas que dicen lo mismo, la sociedad que repite como un coro complejo las cosas que “le dicen” que pasan en “la realidad”.
Los exploradores escapan por las noches de enero, bajo lunas nuevas, y se cuelan a ciegas por el monte cuando despiertan los zorros para hacer su faena. Obsesivos, realizan su trabajo sólo en las noches abiertas, recorriendo lo desconocido, los lugares olvidados y vacíos de humanos. Los ríos secos conducen a las cuevas y en las cuevas buscan el secreto de la ceguera. “Unos locos de la guerra”, pensé. Es que de ellos se habla mucho por aquí, en los destartalados almacenes, en las hondonadas que te acercan a la Panamericana, en la única parada de micro que espera a los caminantes del piedemonte. Se sabe que ellos querían primero quedar ciegos, sí, perder la vista, de manera de no necesitar de la luz del día ni de la artificial para identificar los lugares nocturnos. Es más, su objetivo final, producto de su “experimentación”, es perder la “visión contemporánea”, aislarse de la iconósfera urbana, de toda señalización productora de sentidos socialmente codificados. Desarrollar el tacto y el olfato al máximo. En todo caso, disponer superlativamente de esos dos sentidos para usarlos como herramienta GPS. En fin. Fui en busca de los exploradores.
3-
Son las tres de la mañana y el viento frío de enero presagia el rocío de la madrugada. Exhausto, sin la botella de agua, la caminata en busca de la secta parece un imposible. Me he topado con zorros y serpientes, con sabuesos que mastican caballos y liebres y cuyos ojos de luz presumen confianza en la oscuridad. Una tumba de piedra para perros envenenados me sirvió de refugio para un primer descanso. “Esto es la libertad”, grité como un lobo aterido. La libertad pura, la nada recóndita y abrazadora.
El viento trae canciones tristes de un fogón de tonaderos. Sigo al viento a contramano. Creo que llegaré casi de día, por tanto, nada tendrá sentido con luz. Preparo mi cueva en el río seco y duermo, esperando la noche siguiente. Del piso recojo un papel arrugado. Con la luna centinela leo: “Te amo como el terremoto ama a su ira/Cuento los dedos y son los mismos que te acariciaron/Estás en mis huellas digitales/muerdo hasta sacarles sangre/Con mi saliva, mezclo el ADN tuyo y el mío/Fundo sangre/Trago/Tenemos  la misma enfermedad/Vamos a morir de lo mismo/Cada uno en su sitio/la agonía, al menos, será compartida”
No lleva firma, no parece de nadie. Tal vez un hombre-seco arrojó el papel en el río. Si es una señal, tendré que descifrarla. Tengo un verano para llegar a destino. Sólo espero que la tormenta de piedra, si viene, no me arrastre hacia otro norte. Por el momento, a la zona la gobiernan los hombres-secos. De la secta, nada todavía…
Sentencio en mi delirio: “Una carta de amor desesperado contiene la explicación del universo”. La carta arrugada que encontré anoche, en el pozo del río seco, fue -debo reconocerlo- un elegante pretexto para distraerme de la secta. Como buen vagabundo, soy paranoico, lo sé, pero no encuentro otra explicación para tamaño despropósito. Las cartas me detienen y desenfocan. Me embadurné de romanticismo barato en medio del monte y elucubré fantasías. Al fin, nada, idealismos espontáneos, boyas para el náufrago del desierto, desesperado por salvarse miserablemente.
No obstante, algo decía entre líneas la carta que intento decodificar. Un amor frustrado tras la catástrofe de la sequía puede que explique ese párrafo desolador, recordemos: “Te amo como el terremoto ama a su ira/Cuento los dedos y son los mismos que te acariciaron/Estás en mis huellas digitales/muerdo hasta sacarles sangre/Con mi saliva, mezclo el ADN tuyo y el mío/Fundo sangre/Trago/Tenemos  la misma enfermedad/Vamos a morir de lo mismo/Cada uno en su sitio/la agonía, al menos, será compartida”
4-
Fui, decidido, en busca de ellos en la diana. La noche parió una luna inmensa, inmaculada y radiante, como una novia caminando sobre una alfombra de estrellas. A propósito, las novias, son las dueñas de todo, lo serán también luego del divorcio. Y, en este caso, el cielo también les pertenece. Pero hay otra luna escondida, invisible a veces. Es la luna de los malditos, su única recompensa. Ellos se han ganado la luna llena y blanca, pero invisible. Asesinos, violadores, estafadores, viciosos. Enfermos todos de la luna maravillosamente invisible. Es, al fin y al cabo, la luna de la venganza. Y solamente el que pueda percibirla en su invisibilidad,  conseguirá darse por maldito y condenado. Es así la venganza, el placer más primigenio, natural, humano. En fin, hay que vengarse. No podemos dejar que la racionalidad nos pisotee y digamos “dejémoslo ahí”. No, venganza, sed de mal, sed, pura sed. Cuando no hay agua, la sed te lleva a la venganza. En eso estaba, aquí, cavilando, en la sequía planetaria.
Entonces llega ese momento, pensé. “¡Vamos! Andá serpenteando y llegá a esa puerta. No toqués timbre ni golpeés. Derribala a patadas. Entrá, destruyéndolo todo. Y luego decí: ‘Buenas noches ¿Aquí vive la familia Iturbe?”. Así es, así se hace un allanamiento. “Quietos, soy un explorador de la secta de la montaña. Desvístase, la voy a revisar”. Con su lengua y su olfato, recorrió todo el cuerpo de la mujer. Una mujer, digamos, sólo una simple mujer. Sintió perfumes, saló su lengua. “Ey, andáte ya, sos una simple humana. No tenés siquiera olor a sexo. Aburrida e idiota mujer, no servís para nada”. La mujer era una seca, una extraviada de la última noche de los secos cuando llegó el día. Una más de la retaguardia desesperada por encontrar cuevas antes de que fulmine el primer rayo de sol.
El explorador pasó frente a mí en pleno éxtasis, endiablado en su ceguera torpe, pateando piedras, colmado de ira. Una característica en los exploradores de la noche del monte. Tipos sacados, como adictos faltos de heroína para seguir hurgueteando entre tinieblas. Violentos como buenos conquistadores enviados por la corona.
Con el amor de mi vida... viento en popa. Sufrimos la desolación del extravío. No sabemos bien de navegación y, por ello, nos turnamos con el timón. Creo que el mar es infinito. Por eso no tengo tanto miedo. Podemos llegar a flotar, así, 35 años más. Un abrazo”, leí en la segunda carta, atravesada por las espinas de los cactus, detenida ahí, a pesar del viento, vaya a saber uno desde cuándo. Más trabajo para el descifre.
El día es duro. El sol no da tregua en el monte y hay que tener paciencia para recibir a la noche de verano, que es la noche más hermosa por aquí, la más puta entre las putas, la que se te tira encima y te deja chupar sus pies. Hay que mirar la noche pues, esperando su caída. Les doy una indicación de incivilidad: giren la cabeza hacia arriba y miren sin vacilar a la luna, sólo enfóquenla a ella. Y si es nueva, ¡mierda que la van a desear! Hermánense con la luna. Nadie los está mirando. Nadie va a comentar nada. Ni yo, que los estoy filmando, trepado a la roca de los lobos.


ERNESTO KOFLA(Colombia)


NAZARENO MANCCIONE(Argentina)


NIKLAS GÖTH(Austria-Suiza)





DIOSCORIDES(Colombia)



HANG TUE KING(Corea del Sur)


HENRY MEDDLETTON(Inglaterra)


DANIEL ACOSTA(Argentina)


YTO ARANDA(Chile)



ANTONIO GOMEZ


HILDA PAZ
Palabra


LOIS GIL MAGARIÑOS


IBIRICO
The Turtle Bushman(España)


CASAMITJANA(Mexico)


CESAR FERNANDEZ ARIAS


TZITZI BARRANTES(Colombia)
Foto: Dioscórides
Autorretrato


PAULA COSTA(Argentina -España)


MAXIMILIANO LUCHINI(Argentina)


DANIEL TURTSCHI(Suiza)


MARIO CASTORI(Suiza)
Formigas


Kosta - Eva


Selecao - Kosta


CLEMENTE PADÍN(Uruguay)


MARIA PIA SUAREZ CAVIGLIA(Argentina)




LILIANA KHOURY(Argentina)





MIGUEL RONSINO(Argentina)


ROSA AUDISIO
Los penultimos seran los primeros


ROSA AUDISIO
Naturaleza y cultura



ROSA AUDISIO
Kardo con cardo


ROSA AUDISIO
Kardo con rana amarilla



DEMIAN
El Pen- Ultimo(Argentina-España)



J.C. DELGADO


TOMAS(Argentina-España)


FERNANDO SEPULVEDA(Chile-Argentina)
Adan Arquitectura


FERNANDO SEPULVEDA
Adan Arquitectura


FERNANDO SEPULVEDA
Adan Arquitectura


FERNANDO SEPULVEDA
Adan Arquitectura


TITONVE(Argentina)
Adan con Penis


TITONVE
El otro Adan


MONSE DEL CAMPO


Musica GABRIEL CERINI(Argentina)




HELMUT NIEMEYER(Alemania)
Alas de oro



VICTORIA PASETTI(Italia)
Mac Adan



JORGE VALDES
Juegos Pirotecnicos



LULA ARIAS(Brasil)
Adan sicodelico


ORLANDO SILIOTTI(Argentina)
Adan Infrarojo



ADRI A.C. DE FLUITER(Holanda)
Future Man



MATEI GLASS(Canadá)


AGENTE ARTEHORMIGA(México)
Adanfrodita



Cuando la foto de adan fue encontrada por un insecto


SERGI QUIÑONERO(España)
El Penultimo Adan


JAVIER LOPEZ ROTELLA(Argentina)
algunosintentosconcarteleschinoscongrafitisgringosarbolesytodalaartificialidaddelanaturalezaartificial













DIEGO MANUEL(Argentina)



Musica y Letra MATIAS PIBE(Argentina-España)
"Quien dijo que no"


FERNANDO SEPULVEDA(Chile- Argentina)
Tapiz Mind o A 15 cm del piso


Soy un Bosque, soy la nieve, soy yo mismo



FEDERICO CALANDRIA(Argentina)



JKALVELLIDO(España)
Adan de los monos



ANTONIA DIEZ RUIZ(España)



FRANCO BRAMBILLA(E.E.U.U.)
Mitico Adan



MARCELA RICARDO GABI(Chile)
Cactus


BORIS SRIBAR




2 comentarios:

Dante Bertini dijo...

¿y el mío dónde está?
¿Y EL MÍO DÓNDE ESTÁ?

Kardo Kosta dijo...

El tuyo no lo viste no puede ser
Segui mas abajo en las entradas antiguas es de los primeros
Buscalo que lo vas a encontrar