RUBEN PENSA(Argentina)
MARIA CRISTINA PINHO-FOTOGRAFIA(Brasil)
JULIO BASLE-INTERVENCION GRAFICA(Argentina)
"O ULTIMO ADÃO EM SÃO PAULO"
MARCELO PADILLA(Argentina)
MARIA CRISTINA PINHO-FOTOGRAFIA(Brasil)
JULIO BASLE-INTERVENCION GRAFICA(Argentina)
"O ULTIMO ADÃO EM SÃO PAULO"
MARCELO PADILLA(Argentina)
El
penúltimo Adán
Marcelo
Padilla
“Hace
veinte años que el vagabundo recorre la zona. Conoce como la palma de su mano
cada accidente, cada arbusto y cada bicho raro, pero sobre todo acopia mitos y
leyendas del desierto en el monte. Cansado de su rutina, ha decidido ir tras la
comprobación del último rumor: la existencia de los hombres-secos en pleno
delirio tras el estiaje. Desde su cuaderno de notas, narra su experiencia.
Especie de antropólogo sin norte claro, el vagabundo perdió por abandono y
suelta marras entre los bosques de chañares. Allí ha montado su comarca
solitaria. No tiene que sortear necesidades porque ya no las tiene, las ha
erradicado de su vida y, pasar frío, soportar el sol de enero en medio del
monte o pasar hambre, no son problemas para él”.
1-
Por las
dudas, por esas putas casualidades, me fui a buscar a los hombres-secos a la
una de la mañana, en la noche oronda, atravesando la fresca, sorteando cactus y
chañares. Aquí, en el más recóndito de los cenagales que forman los ríos en el
monte, las sensaciones son inexplicablemente únicas. Una botella de agua
congelada que me alcanzó un vecino amable, no bien caía la tarde, bastó para
pasar la charla.
El
hombre-seco que crucé en la oscuridad estaba perdido en el despoblado. Al igual
que la de las lagartijas, la resistencia de los hombres-secos a la sequía es,
obviamente, adaptativa. Tal como sucede con un marqués y un mendigo: ellos no
se cuestionan su condición, ni siquiera por el contraste. Es “natural”, no
existe la noción de conflicto ni de cambio. Adaptación pura. Darwin para las
especies, Spencer para las sociedades humanas.
-¿Qué hacés
aquí, a esta hora y solo?, preguntó “el seco”
-Lo mismo que
vos, intentando resistir la sequía, escondido entre las flores salvajes, en la
oscuridad de la noche, sin saber si mañana el agua, si es que llega, nos
llevará por el río hacia algún lado, hacia un lugar desconocido. Bueno… si es
que llega el agua.
- Pero vos
corrés con ventaja. Tenés una botella de agua congelada.
-Sí, vine
preparado, pero mis reservas son escasas.
-Recemos
entonces, sorprendió el seco.
-¿Cómo?
-Recemos para
que llueva, para que se venga el cielo encima y nos ahogue.
-Un suicidio
ejemplar, estimado, le dije echándome un groso trago de agua helada en la garganta.
-¿Querés un poco?
-No, yo sólo
espero la lluvia. Soy un hombre-seco, acordate. Y no se trata de un suicidio.
Los hombres-secos, cuando llueve, nos metamorfoseamos y florece nuestra
reptilidad acuática. Con esa agua, podemos tirar años sin líquido.
Luego de la
respuesta, pensé que no convenía quedarme a rezar con el seco. Su propuesta,
exenta de racionalidad, no terminó de convencerme, así es que de golpe despedí
al seco, quien no entendió siquiera que olvidara mi botella de agua congelada.
2-
Seguí la
huella. Recorrí un acceso con muchas piedras gigantes y amorfas, de ésas que
las lluvias de verano nunca pueden rolar. Me había alejado unos 40 metros del
seco, pero por el tiempo que demoré, parecían 346 kilómetros. Aquí, las heridas
de los ríos que forman las tormentas son venas abiertas para el agua
infrecuente. Imprecisas, inhóspitas, pedregosas y traicioneras para cualquier
curioso o experto en mapas nocturnos.
A pesar de
ello, aquí suelen venir los exploradores. Son tipos que realizan acciones
extremas y, desnudos, recorren lo que ellos llaman “el mapa nocturno del
monte”. Son investigadores que manejan otra agenda académica. Tal vez son los
últimos positivistas, ésos que contra la marea posmoderna invencible, formaron
una secta mítica, fuertemente cohesionada y aparentemente infranqueable. Son
hombres que, contra el espíritu fundacional de la razón burguesa, llegan al
extremo –la obstinación está en su sangre- por reacción y temor a la hegemonía
deconstructivista. Sarmientinos del proyecto empirista inglés. Frente a ellos, la
masa, las tribus controladas por ecos mediáticos de mil voces aparentemente
diversas que dicen lo mismo, la sociedad que repite como un coro complejo las
cosas que “le dicen” que pasan en “la realidad”.
Los
exploradores escapan por las noches de enero, bajo lunas nuevas, y se cuelan a
ciegas por el monte cuando despiertan los zorros para hacer su faena.
Obsesivos, realizan su trabajo sólo en las noches abiertas, recorriendo lo
desconocido, los lugares olvidados y vacíos de humanos. Los ríos secos conducen
a las cuevas y en las cuevas buscan el secreto de la ceguera. “Unos locos de la
guerra”, pensé. Es que de ellos se habla mucho por aquí, en los destartalados
almacenes, en las hondonadas que te acercan a la Panamericana, en la única
parada de micro que espera a los caminantes del piedemonte. Se sabe que ellos
querían primero quedar ciegos, sí, perder la vista, de manera de no necesitar
de la luz del día ni de la artificial para identificar los lugares nocturnos.
Es más, su objetivo final, producto de su “experimentación”, es perder la
“visión contemporánea”, aislarse de la iconósfera urbana, de toda señalización
productora de sentidos socialmente codificados. Desarrollar el tacto y el
olfato al máximo. En todo caso, disponer superlativamente de esos dos sentidos
para usarlos como herramienta GPS. En fin. Fui en busca de los exploradores.
3-
Son las tres
de la mañana y el viento frío de enero presagia el rocío de la madrugada.
Exhausto, sin la botella de agua, la caminata en busca de la secta parece un
imposible. Me he topado con zorros y serpientes, con sabuesos que mastican
caballos y liebres y cuyos ojos de luz presumen confianza en la oscuridad. Una
tumba de piedra para perros envenenados me sirvió de refugio para un primer
descanso. “Esto es la libertad”, grité como un lobo aterido. La libertad pura,
la nada recóndita y abrazadora.
El viento
trae canciones tristes de un fogón de tonaderos. Sigo al viento a contramano.
Creo que llegaré casi de día, por tanto, nada tendrá sentido con luz. Preparo
mi cueva en el río seco y duermo, esperando la noche siguiente. Del piso recojo
un papel arrugado. Con la luna centinela leo: “Te amo como el terremoto ama
a su ira/Cuento los dedos y son los mismos que te acariciaron/Estás en mis
huellas digitales/muerdo hasta sacarles sangre/Con mi saliva, mezclo el ADN
tuyo y el mío/Fundo sangre/Trago/Tenemos
la misma enfermedad/Vamos a morir de lo mismo/Cada uno en su sitio/la
agonía, al menos, será compartida”
No lleva
firma, no parece de nadie. Tal vez un hombre-seco arrojó el papel en el río. Si
es una señal, tendré que descifrarla. Tengo un verano para llegar a destino. Sólo
espero que la tormenta de piedra, si viene, no me arrastre hacia otro norte.
Por el momento, a la zona la gobiernan los hombres-secos. De la secta, nada
todavía…
Sentencio en
mi delirio: “Una carta de amor desesperado contiene la explicación del universo”.
La carta arrugada que encontré anoche, en el pozo del río seco, fue -debo
reconocerlo- un elegante pretexto para distraerme de la secta. Como buen vagabundo,
soy paranoico, lo sé, pero no encuentro otra explicación para tamaño
despropósito. Las cartas me detienen y desenfocan. Me embadurné de romanticismo
barato en medio del monte y elucubré fantasías. Al fin, nada, idealismos
espontáneos, boyas para el náufrago del desierto, desesperado por salvarse miserablemente.
No obstante,
algo decía entre líneas la carta que intento decodificar. Un amor frustrado
tras la catástrofe de la sequía puede que explique ese párrafo desolador,
recordemos: “Te amo como el terremoto ama a su ira/Cuento los dedos y son
los mismos que te acariciaron/Estás en mis huellas digitales/muerdo hasta
sacarles sangre/Con mi saliva, mezclo el ADN tuyo y el mío/Fundo
sangre/Trago/Tenemos la misma
enfermedad/Vamos a morir de lo mismo/Cada uno en su sitio/la agonía, al menos,
será compartida”
4-
Fui,
decidido, en busca de ellos en la diana. La noche parió una luna inmensa,
inmaculada y radiante, como una novia caminando sobre una alfombra de
estrellas. A propósito, las novias, son las dueñas de todo, lo serán también
luego del divorcio. Y, en este caso, el cielo también les pertenece. Pero hay
otra luna escondida, invisible a veces. Es la luna de los malditos, su única
recompensa. Ellos se han ganado la luna llena y blanca, pero invisible.
Asesinos, violadores, estafadores, viciosos. Enfermos todos de la luna
maravillosamente invisible. Es, al fin y al cabo, la luna de la venganza. Y
solamente el que pueda percibirla en su invisibilidad, conseguirá darse por maldito y
condenado. Es así la venganza, el placer más primigenio, natural, humano. En
fin, hay que vengarse. No podemos dejar que la racionalidad nos pisotee y
digamos “dejémoslo ahí”. No, venganza, sed de mal, sed, pura sed. Cuando no hay
agua, la sed te lleva a la venganza. En eso estaba, aquí, cavilando, en la
sequía planetaria.
Entonces
llega ese momento, pensé. “¡Vamos! Andá serpenteando y llegá a esa puerta. No
toqués timbre ni golpeés. Derribala a patadas. Entrá, destruyéndolo todo. Y
luego decí: ‘Buenas noches ¿Aquí vive la familia Iturbe?”. Así es, así se hace
un allanamiento. “Quietos, soy un explorador de la secta de la montaña.
Desvístase, la voy a revisar”. Con su lengua y su olfato, recorrió todo el
cuerpo de la mujer. Una mujer, digamos, sólo una simple mujer. Sintió perfumes,
saló su lengua. “Ey, andáte ya, sos una simple humana. No tenés siquiera olor a
sexo. Aburrida e idiota mujer, no servís para nada”. La mujer era una seca, una
extraviada de la última noche de los secos cuando llegó el día. Una más de la
retaguardia desesperada por encontrar cuevas antes de que fulmine el primer
rayo de sol.
El explorador
pasó frente a mí en pleno éxtasis, endiablado en su ceguera torpe, pateando
piedras, colmado de ira. Una característica en los exploradores de la noche del
monte. Tipos sacados, como adictos faltos de heroína para seguir hurgueteando
entre tinieblas. Violentos como buenos conquistadores enviados por la corona.
“Con el amor de mi vida... viento en popa. Sufrimos la desolación del
extravío. No sabemos bien de navegación y, por ello, nos turnamos con el timón.
Creo que el mar es infinito. Por eso no tengo tanto miedo. Podemos llegar a
flotar, así, 35 años más. Un abrazo”, leí en la segunda
carta, atravesada por las espinas de los cactus, detenida ahí, a pesar del
viento, vaya a saber uno desde cuándo. Más trabajo para el descifre.
El día es duro. El sol no da tregua en el monte y hay que tener
paciencia para recibir a la noche de verano, que es la noche más hermosa por
aquí, la más puta entre las putas, la que se te tira encima y te deja chupar
sus pies. Hay que mirar la noche pues, esperando su caída. Les doy una
indicación de incivilidad: giren la cabeza hacia arriba y miren sin vacilar a
la luna, sólo enfóquenla a ella. Y si es nueva, ¡mierda que la van a desear!
Hermánense con la luna. Nadie los está mirando. Nadie va a comentar nada. Ni
yo, que los estoy filmando, trepado a la roca de los lobos.
ERNESTO KOFLA(Colombia)
NAZARENO MANCCIONE(Argentina)
NIKLAS GÖTH(Austria-Suiza)
DIOSCORIDES(Colombia)
HANG TUE KING(Corea del Sur)
HENRY MEDDLETTON(Inglaterra)
DANIEL ACOSTA(Argentina)
YTO ARANDA(Chile)
ANTONIO GOMEZ
HILDA PAZ
Palabra
LOIS GIL MAGARIÑOS
IBIRICO
The Turtle Bushman(España)
CASAMITJANA(Mexico)
CESAR FERNANDEZ ARIAS
TZITZI BARRANTES(Colombia)
Foto: Dioscórides
Autorretrato
PAULA COSTA(Argentina -España)
MAXIMILIANO LUCHINI(Argentina)
DANIEL TURTSCHI(Suiza)
MARIO CASTORI(Suiza)
Formigas
Selecao - Kosta
CLEMENTE PADÍN(Uruguay)
MARIA PIA SUAREZ CAVIGLIA(Argentina)
LILIANA KHOURY(Argentina)
MIGUEL RONSINO(Argentina)
ROSA AUDISIO
Los penultimos seran los primeros
ROSA AUDISIO
Naturaleza y cultura
ROSA AUDISIO
Kardo con cardo
ROSA AUDISIO
Kardo con rana amarilla
DEMIAN
El Pen- Ultimo(Argentina-España)

TOMAS(Argentina-España)

FERNANDO SEPULVEDA(Chile-Argentina)
Adan Arquitectura

FERNANDO SEPULVEDA
Adan Arquitectura

FERNANDO SEPULVEDA
Adan Arquitectura

FERNANDO SEPULVEDA
Adan Arquitectura

TITONVE(Argentina)
Adan con Penis

TITONVE
El otro Adan

MONSE DEL CAMPO
Musica GABRIEL CERINI(Argentina)
HELMUT NIEMEYER(Alemania)
Alas de oro

VICTORIA PASETTI(Italia)
Mac Adan

Juegos Pirotecnicos

LULA ARIAS(Brasil)
Adan sicodelico

ORLANDO SILIOTTI(Argentina)
Adan Infrarojo

ADRI A.C. DE FLUITER(Holanda)
Future Man

MATEI GLASS(Canadá)
AGENTE ARTEHORMIGA(México)
Adanfrodita

Cuando la foto de adan fue encontrada por un insecto

SERGI QUIÑONERO(España)
El Penultimo Adan

JAVIER LOPEZ ROTELLA(Argentina)
algunosintentosconcarteleschinoscongrafitisgringosarbolesytodalaartificialidaddelanaturalezaartificial












DIEGO MANUEL(Argentina)

Musica y Letra MATIAS PIBE(Argentina-España)
"Quien dijo que no"